¿Autocontrol?

¿Podríamos (de verdad) controlar nuestros impulsos, cuando lo que en ese (irrepetible, único y más tuyo que de nadie) instante lo que queremos es lanzarnos? Es indudable, no podemos. Ciertamente, hay quien tiene ese maravilloso don llamado autocontrol. ¡Vaya! Me vienen a la mente vagas definiciones de esa palabra. No puedo reprimir mis impulsos por más que pase por mi mente esa palabra. Autocontrol. Ya ves, menuda chorrada. Quiero besarte, pues lo hago. Quiero gritar, pues grito. ¿Que quiero saltar?, pues hasta dónde me lleven mi fuerzas. Sin más. Quiero vivir al máximo, hacer todo lo que se me antoje, lo que me pida el cuerpo. A la mierta el autocontrol. No debería existir esa palabra. ¿¡Controlar emociones!? No aniquiles a lo que te hace vivir, a esa parte de ti que te dice cada mañana cuando te asomas por la ventana y ves el sol, o la lluvia, o las nubes: "estás viva y, chica, haz lo que se te venga en gana". Y yo te digo: hazlo ahora. Porque dudo (bastante) que tengas muchas oportunidades en esta vida para hacerlo. Eh, no ignores tus fuertes ganas de comerte el mundo.