No os hacen falta espejos. Miréis donde miréis, os vais a ver.

A una inmensa mayoría de la gente que caminamos bajo este azul (o gris) le dicen cómo tiene que ser, el modo en el que debe actuar en determinados momentos, la carita que tiene que poner ante una situación. A mí también. Bueno, me lo dijeron. Y entendí que no tiene por qué ser así. Comprendo que sea más fácil amoldarse a una serie de "normas de comportamiento" que nos dicta esta sociedad. Que es más fácil hacer lo que te dicen, obedecer como un perrito que le tiran un palo y corre tras él hasta morderlo, con fuerza. Como si me tiran un árbol, o el bosque entero. Con esto me refiero a que las modas pasajeras o duraderas nos controlan, manejan nuestros hilos y nos gobiernan como quieren. O como nos dejemos. Que si alguien lleva un peinado determinado, pues todos los demás como clones, es lo mejor, así no te comes la cabeza por las mañanas, mirando tu enlegañada cara en el espejo, con qué peinado decorar eso que tienes encima de los hombros. Que es mejor, de verdad. Mismas chaquetas, pantalones, actitudes... Generaciones de soldaditos idénticos que desconocen el significado de "originalidad". Está bien, todo hay que decirlo, tienen la originalidad de hacer (exactamente) lo que el resto de la sociedad hace (o dice). Con lo bueno que es ser uno mismo.

- ¡Hola J!
- ¿J?
- Uish! Perdón, me he confundido.

- ¡Hola J!
- ¿J?
- (¿Se puede saber dónde coño está? Como para saberlo, todos son iguales...)

Bienvenido al mundo real.